El último poblado de colonización construido: epílogo urbano y transformaciones sociales, Castellar de la Frontera.

 

Castellar fue el último pueblo de colonización construido por el IRYDA. Inaugurado en 1971, aunque había sido proyectado en 1967 por José Tamés (jefe de servicio de arquitectura del INC durante gran parte de su actuación) y Manuel Rosado, al amparo de la construcción del embalse del Guadarranque, en la zona gaditana de la región hidrográfica Mediterráneo Sur.

 

La singularidad del caso reside, en el alto alcance de la transformación social que consiguió. No sólo suponía –como en la mayoría de los casos- la implantación de un nuevo modelo productivo en base al regadío (que también, puesto que en la zona se ha consolidado un área hortofrutícola singular) frente al aprovechamiento exclusivo del monte (corcho, caza y ganadería). Sino que principalmente aspiraba a la mejora de las condiciones de vida de la población del propio término municipal: muy diseminada (más de un 79% vivía en edificaciones dispersas), la mayoría en chabolas y los pocos que vivían en el núcleo urbano original de Castellar (una fortaleza medieval mantenida prácticamente inalterada desde la época islámica por su ubicación en una orografía en pleno bosque y casi inaccesible para medios de transporte) carecían de medios higiénicos básicos, con lo que sus posibilidades de desarrollo social y económico estaban muy limitadas. Además implicando una complicada –y necesaria- transformación laboral, puesto que en uno de los mayores latifundios existentes, La Almoraima (que concentraba en la Casa Ducal de Medinaceli más del 90% de las tierras del término), se expropiaban 700 ha para el nuevo pueblo y parcelas para colonos (entre ellos muchos trabajadores de dicho latifundio).

 

En la acción arquitectónica, ser diseñado y construido tras casi tres décadas de actuación del INC –y por uno de sus jefes de servicio- le confieren cierta singularidad de epílogo de lo aprendido pero con mayor flexibilidad. Exploración en la configuración del espacio público, introducir el uso comercial entre los poderes representados en la plaza principal o un uso casi escultórico de la cubierta inclinada son algunos de sus aspectos.