Una modernidad rural: Santa María de las Lomas, un pueblo de colonización en el valle del Tiétar, Cáceres.

Santa María de la Lomas es un desconocido pueblo de colonización situado en la comarca del río Tiétar al noreste de la provincia de Cáceres. Se ha escrito bastante sobre la arquitectura de los mismos en el trinomio de arquitectura vernácula-abstracción-arquitectura moderna y difícilmente se cita este interesante pueblo proyectado en 1957 por Antonio Vázquez de Castro, José Luis Íñiguez de
Onzoño, Rafael Leoz y Joaquín Hervás, todos titulados en 1955, por lo que fue una de sus primeras obras proyectadas y construidas.
Estos jóvenes profesionales se alejan de la abstracción, encabezada principalmente por José Luis Fernández del Amo, y se acercan a una modernidad entendida a partir de la eliminación de los elementos superfluos tan habituales en muchos pueblos españoles y reinterpretan la construcción proponiendo una seriación y repetición de pilarcillos de hormigón que pautan una fachada de ladrillo visto.

 

El proyecto apuesta por introducir elementos de prefabricación que permitan que los edificios, a excepción de la iglesia como elemento singular, encajen en un sistema de racionalización de la construcción que limite costes y plazos. Las cubiertas fueron proyectadas planas, si bien finalmente sobre el último forjado se dispusieron paños de teja. No obstante, y como sucedió en tantos otros pueblos, el Servicio de
Arquitectura dirigido durante muchos años por José Tamés recortó la propuesta innovadora de los arquitectos al modificar el edificio en el que habían volcado su máxima expresividad, la iglesia: la estructura metálica de la nave se cambió por unos pórticos de hormigón; de igual modo también fue sustituida la prevista para la torre, materializándose finalmente en un esbelto prisma cuyas caras mezclan el ladrillo visto y el enfoscado pintado de blanco, y manteniéndose exenta del volumen de la iglesia. Las obras artísticas en la iglesia, tan habituales en los pueblos del INC, se manifiestan mediante vidrieras del taller de los Hermanos Atienza y las cerámicas de Antonio H. Carpe.